El tránsito del útero cíclico al útero lineal

Por Clara Marcilla Peidro, colaboradora de Nuestro Útero realizando la Formación en consciencia y energía del útero. Vive y brinda asistencia a mujeres desde Valencia, España. IG: clara_guardiana


Las mujeres de entre 35 – 40 años en adelante comenzamos a transitar lo que se llama premenopausia. En un lenguaje más coloquial y entre amigas, lo llamamos desajustes. ¿Pero a que nos tenemos que ajustar? Empieza aquí una nueva realidad que se abre ante nosotras, en la mayoría de los casos, sin darnos cuenta. 

En el contexto socio-cultural actual nos encontramos con que a partir de esta edad comenzamos a cuestionarnos nuestra propia vida.

¿Este trabajo es lo que realmente quiero hacer en la vida? ¿Esta pareja es con quién quiero compartir mi vida? ¿Quiero ser madre? Si soy madre, ¿soy buena madre? ¿Qué es ser buena madre? 

Es una etapa en la que se empiezan a producir cambios en nuestra realidad cotidiana e interna. Estos cambios vienen acompañados de cambios físicos. ¿O los cambios físicos traen los emocionales? Todo está unido, se conecta y se retroalimenta.  

En este momento de nuestra vida en el que todo empieza a movilizarse, nos encontramos también con unos condicionamientos, unos obstáculos impuestos por la lógica patriarcal, la herencia familiar y el entorno que nos dificultan más, si cabe, este tránsito hacia una nueva etapa que, sin duda, puede ser la mejor de la vida de la mujer. Sin embargo, no siempre termina siendo así y en muchas ocasiones estas circunstancias llevan a la mujer a atravesar crisis de desvalorización y depresiones que podrían no suceder si ampliamos la mirada.

La importancia de una reconexión con el cuerpo, el útero y su ciclo, y sus estados cambiantes, es crucial para este tránsito cuando nos sentimos perdidas. Desde un lugar compasivo, amoroso y respetuoso, se puede conectar con esas fluctuaciones físicas, emocionales y energéticas sin necesidad de tomar medicamentos, en lo posible, que lo único que hacen es hacernos sentir enfermas o que tenemos algún fallo en nuestro organismo. En el momento en que la mujer empieza a considerar su ciclicidad y sus cambios de manera respetuosa, aceptando cada momento, la incomodidad de la situación también comienza a desaparecer. 

Asimismo, aprender a registrar las sensaciones que mes a mes tenemos las mujeres en relación al ciclo puede ser de gran ayuda para progresivamente ir rompiendo con las creencias que tenemos instauradas, las que nos dicen que «ya no sirves» «estás en declive». Es parte del mensaje disponible en esta sociedad —y yo misma me he encontrado con situaciones así— en la que se menosprecia o infravalora a la mujer cuando se habla de la menopausia o premenopausia, de hecho, se utiliza el término de una manera peyorativa.

Pasar de un útero cíclico a un útero lineal es un proceso de años y es difícil para las mujeres. En el fondo y aunque nos cueste reconocerlo, las mujeres que estamos en este momento hemos tenido esas emociones que nos desvalorizan y nos frustran. Todas nos hemos visto envueltas en conversaciones incómodas. Pero si se acompaña de una manera amorosa y compasiva puede ser toda una aventura, sobre todo porque puedes descubrir de ti misma cosas que ni sabías que tenías dentro.

A mis 46 años mi útero aún es cíclico. No sé cuándo empezará con la linealidad. Es una incertidumbre que sostengo, al igual que los diferentes síntomas que mes a mes aparecen en mi cuerpo, que nunca sé si se deben a esto o no. Pero siempre recuerdo que es un proceso largo y que puede parecer, y es, una muerte de ciertas partes de mí misma, pero a su vez, es una resurrección, una transformación. 

Una de las necesidades que solemos tener todas en algún momento es poder lidiar con la incertidumbre de saber si esos «síntomas» son propios de la premenopausia o se deben a otra causa. ¿Cómo poder transitarlos con menos urgencia y ansiedad? Pidiendo una guía interior, respetando el cuerpo y su sabiduría. Para todo esto, es necesario que primero las mujeres conectemos con el cuerpo y el ciclo, hacer un registro emocional acompañado de un registro del entorno y de la realidad que estamos viviendo en ese momento en concreto.

Toda la vida hemos conectado de manera inconsciente con nuestro útero y nuestro ciclo y hemos hecho esa interconexión con lo emocional, casi sin darnos cuenta, de manera instintiva.  Conectar con los cambios que se producen dentro de nosotras en la premenopausia, de manera natural para dejar de patologizarnos por cada cosa que nos ocurre en el cuerpo, es una necesidad.