Por Alejandra Perassi, instructora de yoga, realizando la Formación en consciencia y energía del útero. Brinda clases y acompañamiento a mujeres en Córdoba, Argentina. IG: @alejandra_perassi_instructora
Rondando mis 37 años, y a causa de dificultades atravesadas desde mi útero, aprendí que las mujeres respondemos a una ciclicidad energética y natural desde que comenzamos a menstruar hasta la menopausia.
Para mí fue un verdadero hallazgo ya que en por casi 10 años de mi vida profesional, en espacios empresariales, nunca concebí mirarme o mirar a otras mujeres como cíclicas en su productividad, algo que ahora entiendo funcional al sistema patriarcal que nos atraviesa. Consideraba totalmente fuera de lugar que una mujer se mostrara vulnerable o manifestara emocionalidad y utilizara eso para justificar su rendimiento o resultados. Claramente era algo que yo misma me tenía negado, no me permitía mostrarme vulnerable, débil, cansada o lo que fuera en contra de la imagen mental de mujer productiva, eficiente y competente, que sostenía en mi mente, anulando por completo lo que mi cuerpo o mis emociones podían llegar a sugerir.
Me parece bastante extremo hoy pero, lamentablemente, así era mi pensar en aquellos momentos. La vida me fue poniendo, afortunadamente, en situaciones que fueron desarmando ese pensar. Y así me encontré con el concepto de ciclicidad.
Aprendí sobre la fisiología y la ciclicidad del útero y los ovarios y entendí que la ciclicidad no solo se refiere al momento de menstruación, sino a la energía disponible en el ciclo completo y, por ende, en lo cotidiano. Más tarde, finalmente comprendí que la ciclicidad es parte de otra cualidad mayor que nos atraviesa como mujeres y esa es la energía del útero, que existe cíclica o linealmente toda nuestra vida, independientemente de que el órgano se encuentre o no en nosotras.
El concepto de ciclicidad lo tomé primero muy teóricamente, o sea fue un conocimiento desde la mente, entendiendo que el ciclo menstrual arquetípico era de 28 días, tomando el ciclo lunar y sus fases como referencia, e iniciando el primer día de menstruación.
Durante la primer semana del ciclo las mujeres nos encontramos en fase menstrual, con el arquetipo de luna nueva, representando un momento de poca luz, que nos invita al recogimiento, calma, introspección, intuición, reposo. Algunas culturas relacionan a esta fase con el arquetipo del invierno. Fisiológicamente, la sangre menstrual se derrama, soltado todo aquello que el útero preparó para anidar, ya que al no haber fecundado el óvulo y no haber embrión que anidar, la capa endometrial se libera, derramando la sangre menstrual. Simbólicamente el nido se desarma.
La segunda semana, la fase es pre-ovulatoria, con el arquetipo de la luna creciente, en donde nos sentimos progresivamente con más energía para crear, manifestar, salir hacia afuera, mostrarnos y compartirnos socialmente. Fisiológicamente, los folículos se preparan para madurar y uno de ellos se convertirá en óvulo que será expulsado por las trompas para buscar la fecundación.
En la tercera semana se desarrolla la fase ovulatoria, donde claramente la energía está hacia afuera, en manifestar y sacar a la luz nuestras creaciones. El óvulo sale del ovario para ir al encuentro con el espermatozoide y generar la fecundación. El arquetipo es el de luna llena, donde la luz nos invita a salir. Representa un momento de máxima productividad en nuestro ciclo. El útero se encuentra en movimiento ascendente para ayudar al espermatozoide a elevarse y fecundar al óvulo, al tiempo que se va preparando, engrosando la capa endometrial, es decir que prepara sus paredes internas para recibir al embrión, acogerlo, anidarlo y nutrirlo.
En la cuarta semana, en caso de no haber sucedido la fecundación, la fase es pre-menstrual, progresivamente la energía va descendiendo y de a poco el útero también va a tomar ese sentido descendente para comenzar el proceso de desarmar el nido. El arquetipo es la luna menguante y aquí claramente la energía nos va a invitando a la introspección, aparecen naturalmente sensaciones de tristeza por el duelo de lo que no fue o el duelo por lo que ya se completó y requiere ser soltado.
Tomar desde la mente estos conceptos me resultó bastante fácil, tenía mucho sentido y respondía coherentemente en la mayoría de los aspectos.
Algún tiempo después comencé a hacer mis registros, primero muy simples, registrando verdaderamente cuantos días menstruaba, ya que eso era lo único real que podía registrar en ese entonces. Reconozco que mi menstruación duraba uno o dos días más de lo que yo creía, cuando automáticamente pensaba y decía que solo menstruaba por tres días. Realmente eso creía como verdad y solo al registrarlo entendí que era diferente. Me encontré con que desde mi mente yo era súper regular, pero desde el registro real, mi ciclo cambiaba de un mes a otro, en un día o dos, pero cambiaba y se repetían algunos patrones cada ciertos meses.
Solo a través del registro y estando en la observación de mis tiempos verdaderos, de mis emociones y pensamientos, fui notando las diferencias con esos arquetipos, y en ese proceso apareció el juicio y la exigencia. En mi mente entendía que el “buen ciclo” era el sugerido por el arquetipo e ilusoriamente esperaba que de a poco mi ciclo se fuera acomodando a la luna, a sentir lo que hay que sentir en cada fase, a estar más arriba con mi energía en la luna llena, o más cuidadosa y guardada en la luna nueva… y así, un largo etcétera de exigencia mental.
Y entonces logré otro hallazgo significativo, pero que no me animaba a tomar: en mi fase pre-menstrual, o a veces en el segundo o tercer día de mi menstruación, mi energía —que “debería estar en descenso”— estaba arriba, me sentía dispuesta y creativa y eso mi mente lo juzgaba como incorrecto o fuera de la norma.
Hoy me llevante y sentí un fuerte impulso por escribir. Es mi primer día de menstruación y decidí dar curso a ese impulso. Acá estoy expresando mi verdad, entendiendo mi verdad desde mi cuerpo, con la menstruación de un ciclo que fue muy luminoso, donde me animé a sentir y llorar algo del dolor que mi cuerpo lleva guardando por casi toda la vida, que atraviesa mi vida completa y no me animaba ver. En este ciclo que hoy menstrúo lo pude sentir, sentir ese dolor sin barreras, sin corazas mentales y así como es de doloroso y se siente incómodo desde la mente, paradójicamente, lo siento muy cómodo en el cuerpo.
No creo casual (ni incorrecto) que, en mi primer día de menstruación de este ciclo, mi creación fluya, que me anime también a crear este escrito, desafiando las ideas mentales, porque esto es lo que soy. Así es mi ciclo hoy: me invita a manifestar menstruando, y eso está muy bien para mí. No hay nada por juzgar o exigirme, esta soy yo hoy.
Este hallazgo continúa sintetizando lo que vengo sintiendo hace un tiempo, la VERDAD de que solo mirando, tomando, teniendo registro de lo que soy, de lo que hay en mí y aceptándolo, puedo decidir qué hacer con eso, desde un lugar de amor y compasión real.
Me doy gracias a mi misma por mi apertura, casi natural, que va emergiendo y me va sosteniendo en el camino, en mi voluntad con presencia y amor a mis procesos. Agradezco profundamente a quienes me guían y animan a seguirlo, que insisto, desde la mente se siente incómodo y difícil, pero es relajante, cómodo y verdadero desde el cuerpo.
Gracias a las mujeres que acompañan y sostienen hoy mi camino.
¿Por qué el arquetipo de la luna se ha convertido en un mandato respecto a la consciencia del ciclo menstrual? Por que las mujeres no sabemos sentirnos, no sabemos referenciarnos en lo interno y mucho menos, sostenernos desde ese lugar.
El arquetipo de la luna y sus fases ha servido como soporte externo a la consciencia del útero por mucho tiempo, pero en la actualidad, sabemos que no hay relación real entre el ciclo del útero y el de la luna. Solo alrededor del 30% de las mujeres menstrúa en perfecta sincronía con la luna nueva, el resto lo hace en otras fases y en distintas duraciones.
Si bien este modelo de fases y arquetipos es un recurso disponible y válido para comenzar la tarea de conocernos, no puede significar exigencia, condicionamientos o vergüenza respecto a lo real que somos, a lo real del útero y de sus tiempos en los distintos momentos de la vida de cada mujer.
Si te interesa profundizar, continua con “LA LUNA COMO SOPORTE EXTERNO A LA CONSCIENCIA DEL ÚTERO”, un ensayo sobre la creencia de la sincronía de menstruación-ovulación con las fases lunares.
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