Una mujer que es consciente de su útero influye sobre, literalmente, miles de otras, solo siendo esa consciencia, siendo su útero-cuerpo.
¿POR QUÉ NO TOMAR —NI DAR— UNA FORMACIÓN?
Reflexiones sobre la sobreoferta y demanda de las mujeres.
He decidido no ofrecer más una formación en el contexto de Nuestro Útero. Desde el inicio de este proyecto en 2020 he recibido periódicamente la consulta sobre formación y/o certificación y durante dos años he intentado responder a esa demanda sin mucho convencimiento. No doy formaciones de ningún tipo en mis otros ámbitos (qigong, emociones, meditación) a pesar de que también me hacen la misma consulta. No lo descarto en un futuro, entiendo la demanda y la necesidad de las mujeres, pero no siento en mi corazón que tenga sentido. No se trata de una negación a lo que pueda aportar, sino de lo siguiente…
La intención central de este proyecto
Nuestro Útero fue creado con la intención de ser un soporte a la consciencia de las mujeres y su expansión depende de la capacidad de incluirnos a todas y a cada una en su propia versión. No intenta unificar ni limitar las expresiones individuales de útero-corazón, más bien recibirlas como creaciones y no como réplicas. En ese sentido nunca estuvo en el plan propagar la propuesta a través de “facilitadoras” de la misma, sino incentivando y acompañando la expresión de tu propia versión de este camino.
Sobre las prácticas, talleres y contenido del libro, sé que hay personas que las usan para dar, sin haber ahondado ni consultado sobre ello. Es mi elección y una renuncia de mi parte no intentar controlar ni limitarlo. Sin embargo, todo el contenido de Nuestro Útero tiene el sentido de ser recibido profundamente, antes de ser dado. Te invito a quedarte con todo lo que puedas tomar de esta propuesta de manera que te afecte, te pertenezca y lo transformes en algo que sea tuyo. Recién entonces, veas si te invita a algún movimiento más, que puede ser o no ser dar.
¿POR QUÉ NO TOMAR UNA FORMACIÓN?
Lo que sea que creas que una formación en Nuestro Útero, o en cualquier otro tema afín, te pueda dar, no te lo creas. El ego espiritual es el que nos lleva a esta idea de que para ayudar a otras y para colaborar en el despertar colectivo, hay que ser terapeuta, sanadora, salvadora. Se nos ha dicho que las mujeres tenemos una cualidad excepcional para ello, porque es parte de lo que somos: empáticas, cuidadoras, en conexión con la tierra que nutre.
¿Cuánto de esa idea responde aun al arquetipo patriarcal que tenemos impregnado? ¿Cuánto de esa búsqueda es aún para encontrar seguridad, prestigio, diferenciación de otras, incluso amor y aceptación?
Comparto a continuación algunas consideraciones que surgen de mi experiencia y práctica, para quien le interese leer y autoindagar sobre el tema.
Saber no te asegura sanar
Escucho a muchas mujeres buscando hacer formaciones en temas de útero porque encuentran en ello una forma de ilusoria de evitar un proceso terapéutico real (corporal, psicológico o integral). La idea de que por aprender sobre estos temas y saber más lograrás desentrañar tu conflicto, comprenderlo, e incluso sanarlo sin ayuda, es una fantasía del ego que no quiere lidiar con la vergüenza ni el dolor que ese mismo conflicto contiene. Formación no es terapia y no reemplaza el tiempo, el acompañamiento, la compasión y los recursos que necesitas en exclusiva para ti, sin otro objetivo que estar en ti con lo que te acontece.
Porque esto efectivamente sucede, que las mujeres se forman con la intención de evitar el proceso real, es que luego nos encontramos con “maestras”, facilitadoras, instructoras que brindan su servicio desde el dolor no trabajado, creando resonancias desde esa sombra.
Personalmente no deseo colaborar con esa sinergia. Sin disposición a un proceso personal no doy la opción de formación. Espacio y acompañamiento para un proceso personal siempre hay disponible de mi parte.
Acumular no te asegura saber ni poder
También veo este hacer e incorporar conocimientos, certificados y talleres de manera compulsiva. Una de las cosas que más extraña me resulta es cuando, sin conocerme, sin haber leído el libro ni haber hecho ni una sola de las práctica, me piden la formación. ¿Por qué? Si no saben ni lo que ofrezco ni si resuenan con ello.
Sumar opciones es bueno, pero también puede ser una forma de evitar la responsabilidad de sentir y elegir lo que verdaderamente te sirve y es coherente con tus necesidades y búsquedas. Es, a su vez, una forma de no crear, solo copiar, que surge del miedo a no agradar, a no ser suficiente, a ser rechazada o desacreditada. Lo mismo sucede cuando buscas aprender un recurso o técnica solamente para darlo y ganar con ello en lo inmediato, o mostrar un certificado por delante de tu humanidad. Te toca elegir entre correr tras la imagen o transitarte en la realidad.
Apropiarte y personalizar las prácticas y técnicas inevitablemente requiere de un proceso interno que te cambia y actualiza. En Nuestro Útero la búsqueda es crear una sabiduría de útero-corazón propia, a través de un proceso sensitivo-expresivo que sucede desde la práctica y el cuerpo, no desde la mente. Nadie, ni tu propio ego, pueden refutar el entendimiento sabio que emerge de la experiencia. Allí está el valor de tu práctica y la semilla de lo que podrías llegar a dar.
Una y otra vez lo digo: la práctica —el hacer intencional desde el cuerpo— es lo que posibilita la consciencia y es la forma de crear lo nuevo. La mente se evade y se vanagloria a si mima, y de esa manera se sostiene inconsciente.
Sanarte no implica luego sanar a otras
Cuando la intención de sanar tiene adosada la de ayudar a otras me pregunto ¿por qué no alcanza solo la primera? El ego se interpone con un mecanismo de falso valor asociado a la capacidad de ayudar: me sano, y empiezo a valer cuando ayudo a otras a partir de eso. El ego está siempre buscando formas de conseguir amor, aceptación, validación desde el afuera.
¿Qué pasa si te sanas y fin de la historia? Las personas sanadas, sanan a otras simplemente porque viven de esa manera. Nadie tiene que convertirse en terapeuta luego de hacer terapia. Puedes seguir siendo lo que eres y comprender que puedes ayudar viviendo en presencia, amor y compasión. Hay infinitas formas de acompañar a las mujeres en sus historias, la primera y más simple de todas es siendo amable e inclusiva para con las mujeres de tu vida cotidiana y familiares.
Usar tu sanación como paso previo a recibir aceptación y amor es condicionarla. La sanación real conlleva autovaloración y autorreferencia, dejar de esperar del afuera y comenzar a darte a ti. Cuando te sanes, tu ego sanador desaparecerá (o podrás observarlo por lo menos).
Encuentro estos temas interesantes de proponer y sobre los cuales invitarte a indagar en tu búsqueda de formación. Pueden ser más o menos acertados para tu caso, pero decididamente son emergentes de nuestras carencias como mujeres: desvalorización, inseguridad, miedo, vergüenza, exclusión, exigencia, desamparo…
¿Para qué dedicarte a asistir a otras mujeres, qué buscas recibir a cambio? ¿Puedes ser honesta en tu corazón con la respuesta?
¿POR QUÉ NO DAR UNA FORMACIÓN?
Porque existe la demanda hay insufrible oferta —que se aprovecha de las carencias, tal vez inconscientemente. Es posible convertirse en facilitadora de todo, pero luego escucho este reclamo: todo lo que sé y todo lo que he hecho, pero sigo igual, mi dolor sigue aquí, mi conflicto aun presente. Hay un “mercado espiritual” que favorece la evitación y promete magia.
Una de las cosas más relevantes que un terapeuta me dijo hace unos cuantos años, al que recurrí específicamente para aprender a crear sustento, fue: no uses la palabra magia… no fue magia, fue proceso que la mente no logra verbalizar por completo (y no hace falta que lo haga).
Si quieres seguir leyendo, comparto reflexiones sobre lo ilusorio que se ofrece cuando el ego espiritual-sanador es el que domina la escena.
Prometer lo que en realidad no es dable
No tienes más poder que el que las personas que piden tu asistencia tienen sobre si mismas: tu consciencia no tiene la capacidad de resolver la no-consciencia de otros. No puedes sanar a nadie que no esté ya dispuesta a sanarse a sí misma, porque no es posible dar consciencia.
Cuando te prometan eso, desconfía. El ego sanador de las mujeres, alimentado por el patriarcado y la espiritualidad new-age, nos engaña con la idea ayudar y despertar al mundo. La simple visión mental de recibir reconocimiento y gratitud por ayudar es suficiente para crear la adicción y compulsión a ello.
Dar a otros es también una forma de evitación, es tanto más fácil que darte a ti. Prometer sanación (o sabiduría o valoración) es vacío. Es una falsa promesa que deviene de, a) no saber cómo sucede un proceso de sanación real —sin barro no hay loto—, y por ende, “es mágico”, o b) tener la ilusión de un poder que permite manipular la consciencia de otros… y nada menos ético y grave que eso en el contexto espiritual.
Amar conlleva renunciar al poder que tenemos sobre lo que amamos. Asistir y acompañar implica sostener desde el Amor y por lo tanto, no manipular, forzar ni menospreciar las posibilidades y elecciones individuales. La tarea de asistencia puede ser gratificante pero en igual medida dolorosa y frustrante.
Crear resonancias desde las carencias
Si puedes conectar y reconocer tu necesidad profunda, entenderás porqué resuenas y le dices que si a determinadas propuestas: pertenencia, poder, sustento (abundancia), reconocimiento, propósito.
Así como usamos las formaciones como malas formas de sanación, tambien recurrimos a esos espacios desde las necesidades no resueltas, ¡y las mujeres tenemos muchas! Todas hemos experimentado exclusión, impotencia, sumisión, ninguneos, sensación de vida vacía, de no ser suficientes. Si eres consciente de ello en tu realidad personal, no uses esos mismos elementos para convocar, no te dejes manipular desde tus carencias y dolores.
Esto es crudo de decir y de leer… Como seres humanos tenemos la capacidad de usar el dolor ajeno en beneficio propio, y aun si eso puede abrir algo bueno, no está bueno.
Los grupos pueden ser sanadores, es decir, pueden crear una sinergia positiva hacia la sanación individual de sus miembros, en distintas formas y “cantidades”, pero tambien pueden ser dañinos y sostener inercias de no-consciencia y repetición.
Los procesos personales son irremplazables y el acompañamiento que recibas para dedicarte a acompañar es fundamental. No puedes dar sin recibir ni ser maestra sin maestros.
Buscar validación y amor del séquito de seguidoras
Porque hay tanta avidez y carencia al mismo tiempo, las formaciones son rentables en la mayoría de los casos. No generalizo, hay ofertas muy valiosas e interesantes pero otras muy vacías. Hay que indagar, discernir y saber elegir, sobre todo saber a quién te vas a entregar.
Las formaciones también son una fuente de validación externa. Cuando otras personas toman lo que ofreces te sientes validada y reconocida, eso tambien puede ser adictivo y nos lleva a un dar que busca ganancia en vez de autenticidad. Más aun cuando el ego se apropia de ese afecto y se engaña sin poder ver que la validación debería ser a los medios y no a las personas. Sin embargo, idolatramos y deshumanizamos a los maestros desde el inicio de los tiempos. Perder la humanidad en el dar es terriblemente pesado y autoexigente.
“Así como el sabio sabe no dejarse afectar por las críticas, también sabe no tomar las alabanzas como absolutas”. El verdadero maestro es prescindible, puede renunciar a su séquito y a su servicio y no tambalear con ello. Puede desaparecer de tu vida y tu sanación continua.
Cuestiónate si tienes fidelidades y codependencias en tu camino espiritual. Tambien, si es eso lo que buscas en tu dar.
Nuevamente, no tomes personalmente lo que lees. Es interesante considerar que tu servicio no esté supeditado a tu ego ni a tu identificación con ciertos roles o carencias. ¿Es posible dar servicio o formación sin tanto egoísmo? Seguramente… ¿Cuánto trabajo en ti misma estás dispuesta a realizar para alcanzar eso? Más aun, ¿estas dispuesta a ser prescindible en el camino espiritual de otros?
Para cerrar, y te agradezco haber leído hasta acá! Es mi elección personal acompañar y crear en vez de formar. Me interesa que otras mujeres puedan crear lo que necesitan en sus vidas, inspirándose, apoyándose, pero sin replicar.
Lo que más me ha servido en este camino amplio de recibir y dar es la experiencia a través de la práctica y el acompañamiento en mis procesos personales. He aprendido a acompañar siendo acompañada, sigo aprendiendo a través de los grupos en los que practico y de las personas que elijo y tomo como referencias. Sigo practicando, indagando y creando para mí en primer lugar.