Es fácil dar, anticiparse a lo que los demás necesitan, cuando usas eso como tu método para posponerte, a ti, a tu autocuidado y a comenzar a transitar tu camino, tu verdad.
Si cuando dejas de dar te encuentras con un vacío que es angustioso y que te pide decisiones, sin recursos escaparás de allí y continuarás dedicada a dar.
¡¿Cuánto más fácil es dar y cuidar de otros en vez de contactar y profundizar en tu propia historia?!
Dar de más crea dependencia y desvalorización. Tus receptores se acomodan y se adormecen, no sintiendo la “invalidez” que surge de no hacer por sí mismos.
Si te animas a no dar, los empoderas. Si te animas a no dar, te encontrarás con el vacío y podrás comenzar a crear tu camino, encontrarte con tu vocación, tu expresividad, tu posibilidad de elección consciente. Aprende a estar allí, en el darte a ti. Aprende recursos que te permitan esa presencia y, a partir de ello, a liberar la creatividad visceral que pulsa en tu interior.
Hay una bella elasticidad para construir en la ayuda que conlleva avanzar y retroceder, mostrar y dejar hacer. No te pido que no des mas nunca nada a nadie. Ese es el otro extremo y solo surge de tu enfado y agotamiento.
Aprende a ser elástica, a regular y, sobre todo, aprende a recibir, principalmente de ti misma. Date tiempo y espacio, date posibilidad de lo nuevo, date presencia y compasión. Cuando estés llena de ti, el dar fluye naturalmente. Cuando comienzas a sentir el agotamiento, redireccionas conscientemente las energías de dar hacia ti.
El camino de despertar es individual. Hay pautas, hay guías, pero nunca fórmulas concretas. No creas en eso si te las ofrecen. El camino se crea transitándolo y requiere todo de ti. Descúbrelo, anímate a ello. Encuéntrate con tu corazón, responde a su llamado. Comienza poniendo todo lo que sea posible en ti.
Las personas maduran y se hacen cargo de sus propias historias. Anímate también a permitir eso en tus seres queridos.
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